Hace unos días me encontraba en mi consulta hablando con un paciente mientras recibía un tratamiento de osteopatía. Hablábamos de los deportes que habíamos practicado en nuestras vidas, de las veces que habíamos cambiado de rumbo en el deporte, tipos de entrenamiento que hemos practicado, de la educación que habíamos recibido al respecto y de cómo manejamos toda esa información. Estábamos de acuerdo en un aspecto que le sucede a la inmensa mayoría de las personas, me refiero al hecho de sentirnos mal con nosotros mismos el día que no realizas actividad física, el autocastigo por no haber salido a correr, o ir al gimnasio, la procrastinación, sentirse mal por la falta de intensidad en las sesiones de algunos entrenos. Años y años practicando deporte sin tener unos resultados satisfactorios, incluso siendo realistas, nos encontramos en muchos casos plagados de dolores por culpa del deporte mientras que las personas que no practican deporte no sufren. Con esto no quiero decir ni mucho menos que el deporte ahora sea malo. El deporte tiene sobrada evidencia científica de todos los beneficios que aporta y soy un prescriptor convencido del deporte. Es más, uno de mis objetivos principales como osteópata es ser un intermediario entre la falta de movilidad y la vuelta al mismo, es decir, soy feliz cuando consigo que mis pacientes encuentren las herramientas y la motivación para moverse, sea cual sea el deporte que elijan para empezar.
El problema por tanto reside en la Dosis. ¿Cuánto deporte es lo correcto? Lógicamente depende de tus objetivos. Pero en la conversación surgió el concepto antiaging. Estoy seguro que existe una dosis de deporte a partir de la cual la práctica deportiva se convierte en algo oxidativo para tus tejidos y otra por debajo de la cual no consigues generar estímulos necesarios para avanzar, mejorar u experimentar cambios metabólicos.
Yo siempre digo que me he pegado contra el muro de diferentes deportes, he acabado abandonando por un problema de dosis, dolores y falta de resultados esperados.
Este artículo no va destinado a esas personas que tienen claro sus objetivos, que conocen métodos de entrenamiento concretos, que conocen métodos de alimentación, que no tienen dolores o asumen que van a tener dolores con todas las consecuencias.
Como he dicho antes, yo ya me he pegado contra el muro, creo que tengo y tendré dolores para siempre herencia de todos esos deportes mal practicados y en los últimos años voy en la búsqueda de la dosis perfecta y esa es la que intento transmitir a las personas que me preguntan o se tratan conmigo.
Pues bien, la dosis es menor de la que nos pensamos, mucho menor.
En mis clínicas de fisioterapia casi desde el principio hace ya 13 años ha habido un estudio de Pilates con máquinas como producto para mis clientes, he hablado maravillas del Pilates y lo he vendido convencido pero no me aplicaba lo explicado para mí. De vez en cuando me metía en alguna clase o me quedaba al final del día para hacer un rato después de mi jornada pero no era regular. Desde hace casi un año tomé una decisión, me apunté como alumno fijo a mis clases y vengo acumulando unas 3 o 4 clases semanales. En esas 3 o 4 clases semanales me centro en la fuerza, elasticidad, control motor, pongo todos los sentidos en esas zonas dolorosas que acumulo de antaño, busco ganar rango articular poco a poco a base de repeticiones bien ejecutadas y después reservo solamente un día a la semana para realizar un ejercicio más aérobico en el exterior con cambios fuertes de intensidad adecuados a mi edad y estado físico. Por supuesto la búsqueda de dosis engloba muchas más cosas que no van a entrar en este artículo, pero es crucial para mi encontrar la dosis perfecta de alimentación en la cual incluyo desde hace años la práctica del ayuno intermitente, la dosis de descanso, suplementación ,horas de trabajo ,etc.
Como veis, se trata de una tarea muy amplia, pero que no debe generar estrés, lo planteo como una carrera de larga distancia, la constancia es la clave e ir aprendiendo cada día.
Lo que sí puedo decir a estas alturas, es que para mí el Pilates, se ha convertido en un deporte antiaging, he notado cambios sustanciales en la elasticidad de mis tejidos, mis vertebras vuelven a tener grados de rotación e inclinación que no tenía hace poco, mis tendones son más elásticos y reactivos, puedo adecuar la resistencia y hacer entrenos de fuerza evolutivos, en definitiva, el grado de oxidación está controlado y noto mis articulaciones más jóvenes.
Podría plagar este artículo de textos copiados de internet con razonamientos científicos explicando los beneficios del deporte, pues bien, el Pilates tiene todos esos beneficios demostrados, pero pocos artículos te van a contar las contraindicaciones y las lesiones que puedes sufrir. Desde la experiencia te puedo decir que el Pilates practicado en clases reducidas, con un fisioterapeuta puedes variar la intensidad, conseguir objetivos y reducir la oxidación y las lesiones a futuro.